ENVIDIA, NO HAY MÁS QUE ENVIDIA.

Sevilla fue capital del mundo antes que Madrid, antes que los Austrias se instalaran en su villa y empezaran a darle esplendor en detrimento de Toledo. Cualquiera que haya leído algo de historia convendrá conmigo en lo que digo. Por tanto no entiendo la actitud bajera de ciertos periodistas capitalinos que se empeñan en sacar lo rancio de Sevilla para ridiculizar sus costumbres e idiosincrasia, alimentando viejos tópicos con el objeto de pretender ser más que nadie. La capital de España está repleta de provincianos, las distintas migraciones buscando mejorar su nivel de vida propiciaron que unas zonas crecieran en detrimento de otras. Hoy Madrid, el Madrid de la multiculturalidad, es un conglomerado de pueblos que coexisten para beneficio y enriquecimiento mutuo. Igualmente Sevilla se ha alzado a ese catetismo que ellos pretenden resucitar, bajo cierto interés donde la envidia juega un papel predominante.

El fútbol, que trascienden a todos los ámbitos no es ajeno a ello, basta como botón de muestra el último enfrentamiento copero en semifinales entre el Sevilla, FC y el Real Madrid para encender todas las alarmas al volcar en prensa, radio y blogs actualmente tan al uso, toda la inquina acumulada entre estas dos grandes ciudades españolas. Periodistas de Madrid se afanan en ridiculizar una Sevilla arcaica y muy lejos de la realidad actual. Los mismos que no dudan en venir a disfrutar de las costumbres y manera de vivir del sevillano. Esta hipocresía lleva adosada una buena dosis de envidia por no poder ni por asomo sentir y expresar lo que el sevillano es.

La Expo del 92 acercó, con la puesta en marcha de la primera línea férrea del tren de alta velocidad, ambas capitales. Fue entonces cuando el trasiego de personas de una ciudad a otra y viceversa se hizo más intenso. Entonces cuando el madrileño fue más partícipe del modus vivendi del sevillano y lo llevó a la capital como algo bueno y muy a tener en cuenta a la hora de sentir y aprovechar la vida. Así mismo el sevillano trajo todo lo bueno que aportaba Madrid e igualmente lo aplicó para sí. Esa interrelación benefició y creó un vínculo que satisfizo a ambas ciudades. Por tanto, ¿por qué el fútbol se empeña en destruir todo lo bueno que se creó?, ¿por qué ciertos periodistas, por llamarlos de alguna manera, se afanan en manchar con artículos chabacanos e impropios de su profesión, estos vínculos que nos enriquecen a todos?

Más bien les valdrían reflexionar a la hora de confeccionar sus trabajos sobre el alcance que lo que expresen pueda tener. Porque hay mucho desaprensivo con los cables cruzados que no dudaran en utilizarlo para justificar muchas de sus frustraciones.

Fco. Borrego