
Se me hace muy difícil escribiros lo que siento. Acabo de llegar a mi casa y aun me encuentro en un estado poco razonable, para deciros lo que pienso. Colgué el título del post de hoy, esperando llegar a casa pronto y ponerme a escribir lo que me salia del alma. Porque si, amigos, a mi una derrota de mi Sevilla me duele en el alma, me destroza, al punto que he estoy deseando tomar un Zolpiden y meterme en la cama, pues mañana espera un día duro y complicado en lo profesional, pero como ya estaba puesto el título, permitidme que comparta con ustedes mis sensaciones.
Comenzó la tarde de forma apacible. La cosa arrancaba bien, del modo que cuando llegué al Nervión Plaza, conseguí una plaza de aparcamiento justo frente a la puerta de entrada. Subí a la Cruzblanca y allí me encontré con el amigo Paco Luengo, las Abendinas (como las llama el bueno de Javier Cabrera) y me tomé una jarra fria de cerveza (el doctor Escribano me ha recomendado que tome liquido, mucho liquido, y como no me ha especificado de cual, pues yo creo que nada mejor que la cruzcampo). Fueron apareciendo amigos, Arsenio Rico, Julián Ruiz, Alfonso Gago, Fernando Rodríguez, Miguel Canales, Antonio Palomar, Juan Ángel de Tena, Juan Antonio Venegas, Mayte Carrera, y perdón a los demás, pero tampoco es que esté muy lucido.
Ya comenté, y nadie se lo creía, que saldríamos de salida con Cigarini de principio. ¿Porqué? Por que yo pienso que Antonio Álvarez se está dejando llevar por la opinión de los demás. Tampoco es que si hubiera salido otro, el partido habría cambiado, no lo sé, pero mi intuición me hizo acertar. Con un bochornante calor, entramos en el Estadio con el tiempo justo de escuchar ese maravilloso himno, que ya no podremos oir de nuevo, al menos en un año.
Y empezó el espectáculo. El equipo parecia metido y se jugaba con intensidad, pero rápidamente nos dimos todos cuenta, que la ansiedad podía con los nuestros. Es más, el infalible Palop, en un balón lejanísimo de un jugador portugués, forzó un córner, cuando hubiera sifo fácil atraparla sin más complicaciones. Jesús Navas lo intentaba una y otra vez, pero no le salía nada, Konko subía, pero no concretaba, ni centros certeros, ni desdoblamientos. En la otra banda, Dabo, todo pundonor y bravura, para mi fue el mejor del primer tiempo junto a Perotti, pero tampoco terminaban de acercarse con peligro. En el centro del campo, Zokora a lo suyo y Cigarini, pues que quieren ustedes que les diga (ojalá me equivoque con este muchacho), no aportó nada. Ni tan siquiera a balón parado centró con peligro. Arriba Luis Fabiano (detalles, solo detalles de calidad, aunque para un delantero centro que marca en Champions tampoco le podemos poner muchos peros) y Kanouté muy por debajo de lo acostumbrado. Dejo para el final el eje de la defensa, Escudé correcto, pero mostrando las verguenzas en una juga en velocidad y lo de Fazio, yo no lo termino de entender. Muchas ganas tenía de verle en estos años en que las lesiones no le han dado continuidad, pero lleva dos partidos seguidos en nuestro Estadio, en los que le han sacado los colores una vez tras otra. Lento y descolocado casi siempre. Con este panorama, pues pasó lo que tenía que pasar, que en una contra, caño a Fede y al borde el área, chut de un jugador portugés, Palop que rechaza el balón y atento, Matheus hace el 0 a 1. Mazaso y a pensar que se repitiera lo del día del Barcelona, con una buena segunda parte y con opciones de remontada.
Nada más lejos de la realidad. No hacemos cambio de inicio, y cuando los hacemos, a MI modo de ver, los hacemos de forma incorrecta. El primero entendible, saliendo un Renato fresco, en sustitución de Cigarini, que no aportó nada, también José Carlos incomprensiblemente por Konko (ahora me explico) y después Negredo, menos comprensible aun, por Dabo. El partido a partir de entonces, con un Sevilla sin esquema y con un Braga (que cortito es este equipo, por Dios) ordenado, se convierte en un correcalles sin sentido táctico ninguno. ¿Como es posible si mandas las naves a la desesperada, cambiar a los jugadores mas rápidos y dejar en el campo a Fazio y Escudé? Yo esto no lo entiendo. Cuando se puso el marcador dos cero, vete con todo arriba, pero mantén a los jugadores que tienen que acarrear el esférico y te pueden desdoblar por bandas e intentar sorprender. Pues nada, para MI, el mundo al revés. Lo que siguió, poco importa, logramos empatar a dos cuando ya no quedaba tiempo, pero aun los portugueses nos metieron otros dos goles en cinco minutos, para ya con el tiempo finalizado, Kanouté maquillar el 3 a 4 final.
Eso es lo que yo he visto y esto me preocupa. Ha sido frente a un equipo flojo, endeble, con una defensa frágil, con jugadores, tan solo correctos de medio campo hacia arriba. Nos han metido cuatro en casa. Seguro que ahora se lo rifarán los clasificados, para tener que visitar Braga. O mucho me equivoco, o estos no pasan de los tres puntos en la fase de grupos.
La elimatoria ha sido de Carnaval, de ahí el título del post. Lamentable, y lo que es peor, que no se atisba soluciones inmediatas. No sé que va a pasar. Acabo de llegar después de comentar todo este desastre con el amigo Fernando Rodríguez. De camino a casa no he puesto ni la radio. Yo soy así, cuando el Sevilla pierde, me desencanto, pero cuando hace el RIDÍCULO me hundo.
Mañana por la tarde, ya mas en frío escribiré seguramente con mas conocimiento. También os leeré a muchos de vosotros y seguro que me hacéis ver cosas que ahora mismo ni se me pasan por la cabeza. Pero insistiré en mi crítica. Porque me duele mi Sevilla, mi equipo de mi alma, el que tantas alegrías y penas me ha dado en mi vida. Hoy estoy por los suelos, ya os digo, Zolpiden y al menos a intentarlo, pero el enfermo se nos muere. El Presidente ha pedido perdón a la afición, que por otra parte, como siempre estuvo de diez. Pero no solo hay que pedir perdón, en una empresa de la importancia del Sevilla FC, tú, José María, amigo mío, tienes que tomar desiciones drásticas para que el enfermo no se nos muera. Mañana hablaremos de mi tocayo y de los que ustedes quieran. Podéis comentar cuanto queráis, estáis en vuestra casa, pero yo os dejo para vivir mi amargamiento en soledad, que entre otras cosas, es como me apetece hacerlo, buenas noches.