¿POR QUÉ TE QUIERO TANTO?

Me lo he preguntado una y mil veces. ¿Por qué te quiero tanto, Sevilla de mi alma? Debe ser porque a quererte me enseñaron, mis abuelos (que suerte tan grande tener familia sevillista por todos lados), mis padres, mi hijos, mi mujer, mi suegro, mis cuñados, mi hermana, mis sobrinos, mis amigos (bueno, casi todos).

Son más de la una de la madrugada y mañana tengo que madrugar, para procurar estar a una hora temprana en Sevilla, después de cumplir con unos compromisos en Málaga. Pero no puedo dormirme, es imposible. Por más que intento no pensar en ti, constantemente me vienes a la cabeza. Llevo un día de perros, no he querido hablar con nadie. Apenas dos llamadas de teléfono, de dos amigos queridos, que comparten conmigo éste mismo sentimiento. Uno de ellos vive el día a día aquí en Sevilla y el otro está muy lejos, desarrollando su trabajo en otro sitio, pero de alguna manera está sufriendo como lo estoy haciendo yo.

Por eso, me pregunto una y otra vez, que tienes, Sevilla de mi alma, que tanto te quiero. Me gustaría ser de esos que escuchas o lees y que son capaces de dominar sus ansiedades y depresiones, pero yo no, yo no puedo vivir sin ti. Y al igual que en muchas ocasiones, no he dormido consumiendo un programa tras otro de radio o televisión, regodeándome con tus éxitos, hoy no es lo mismo, hoy estoy sufriendo. Tengo el alma destrozada pensando en que puedo hacer para que tus heridas dejen de sangrar. Si te hiciera falta, cualquier cosa que yo pudiera darte, seguro que sería capaz de matar para conseguirlo, pero Dios mío de mi alma, que puedo yo, un humilde soldado de tu ejercito, hacer para que al menos puedas seguir respirando.

Para colmo de mis desgracias, el miércoles, cuando acudirás a una de tus curas más importantes, no podré estar a tú lado, para abrazarte, besarte e insuflarte de ánimos. Estaré lejos, muy lejos, a más de mil kilómetros de distancia, pero estaré pendiente que me suene el teléfono y alguien me diga, que te encuentras mejor, que tus males pueden tener remedio y que los doctores han encontrado una vía de solución a tus problemas. Entonces, al igual que ahora, lloraré en silencio e incluso pensaré que todo esto que me está pasando en estos momentos, puede que sea un sueño. Ojala, sea un mal sueño.

Pero hoy, hoy no puedo vivir sin ti. Pero es que además no quiero vivir sin ti. Tú eres parte de mi vida y lo seguirás siendo para siempre. Me enfadas, en estos tiempos, más veces de las que estoy acostumbrado, pero es que cuanto más me rechazas, yo más te quiero. Y te quiero con todo mi corazón, con todo mi sentimiento. Al punto que ahora, cuando el ruido de las teclas y el lagrimal de mis ojos, apenas me dejan concentrarme, solo te tengo a ti. En mi mente solo estás tú. ¿Cómo se puede sufrir de ésta manera por una cosa como tú? Pues yo no lo sé, pero es tan grande lo que siento, que solo puedo decirte una y otra vez que te quiero, que te amo y que estaré contigo hasta el final de los días.

No tengo ni idea, si tiene sentido alguno lo que estoy escribiendo, pero algo tenía que hacer, porque no puedo coger el sueño. Tengo que madrugar mucho, probablemente hoy ni tan siquiera “descabece” el sueño. Y es por ti, Sevilla de mi alma, porque te quiero. Por eso, sean las frases adecuadas o no, les guste a los que las lean o no, yo solo para ti estoy escribiendo. Para decirte una y otra vez que te quiero. Te quiero tanto, como aquella noche mágica de Eindoven. No, incluso yo creo que mucho más. Porque ahora, cuando sufrimos los dos juntos, tu dolor, con el mío siento, y como creyente, solo le pido a Dios, que te ayude con tus sufrimientos. Que encuentres el camino correcto, que los que tienen que tratarte lo hagan con acierto. No

voy a releer siquiera lo escrito, tan solo quería plasmar mis sentimientos y decirte una y mil veces, que te quiero. Que Sevilla de mi alma, hay que ver lo que te quiero.